lunes, 21 de junio de 2010

Leto

En la mitología griega, Leto es una hija de los titanes Ceo y Febe y, en el panteón olímpico, madre con Zeus de los gemelos Apolo y Artemisa. En la mitología romana su equivalente, como madre de Apolo y Diana, es Latona. Con su hermana Asteria, fue venerada como diosa de la noche y alternativamente de la luz del día.

Nacimiento de Artemisa y Apolo:

Zeus intentó violar a su hermana Asteria, que se escapó transformándose en codorniz, arrojándose al mar y convirtiéndose en la isla flotante Ortigia.

Hera persigue a Leto y logra que nadie la acoja para el parto salvo la isla Ortigia, que estaba desierta. Trata de impedir el parto prohibiendo a su hija Ilitía, diosa de los partos, que la atienda, y cuando Leto ya tiene un retraso de 9 días los dioses se conmueven de sus dolores y hacen que nazca primero Artemisa y que ésta ayude a su madre en el alumbramiento de Apolo.

Artemis

La isla Ortigia queda fijada al fondo con 4 columnas y cambia su nombre por el de Delos, que significa brillante, en relación con Apolo, dios de la luz.



Hera consiguió que Gea creara a la serpiente Pitón para que devorara a los niños pero Apolo se convierte en joven en sólo 4 días y la mata.


En la persecución de Hera, Leto y sus hijos llegan a un estanque y cuando va a darles de beber, unos campesinos, instigados por Hera, remueven el agua convirtiéndola en barro y Zeus les castiga convirtiéndoles en ranas.
Apolo y Artemisa fueron grandes protectores de su madre y mataron al gigante Ticio por intentar violarla.
También la defendieron de las burlas de Níobe, esposa de Anfión, con el que tuvo 7 hijos varones y 7 hembras, y que se burló de Leto por escasa descendencia, siendo castigada a ver morir a todos sus hijos por las flechas de Apolo y Artemisa, salvándose sólo Cloris.
Apolo

jueves, 10 de junio de 2010

Rapto de las Sabinas

El Rapto de las sabinas es un episodio mitológico que describe el secuestro de mujeres de la tribu de los sabinos por los fundadores de Roma.

Según la leyenda, en la Roma de los primeros tiempos había muy pocas mujeres. Para solucionar esto, Rómulo, su fundador y primer rey, organizó unas pruebas deportivas en honor del dios Neptuno, a las que invitó a los pueblos vecinos. Acudieron varios de ellos, pero los de una población, la Sabinia, eran especialmente voluntariosos y fueron a Roma con sus mujeres e hijos y precedidos por su rey.

Comenzó el espectáculo de los juegos y, a una señal, cada romano raptó a una mujer, y luego echaron a los hombres. Los romanos intentaron aplacar a las mujeres convenciéndolas de que sólo lo hicieron porque querían que fuesen sus esposas, y que ellas no podían menos que sentirse orgullosas de pasar a formar parte de un pueblo que había sido elegido por los dioses. Las sabinas pusieron un requisito a la hora de contraer matrimonio: en el hogar, ellas sólo se ocuparían del telar, sin verse obligadas a realizar otros trabajos domésticos, y se erigirían como las que gobernaban en la casa.






Años más tarde, los sabinos, enfadados por el doble ultraje de traición y de rapto de sus mujeres, atacaron a los romanos, a los que fueron acorralando en el Capitolio. Para lograr penetrar en esta zona, contaron con la traición de una romana, Tarpeya, quien les franqueó la entrada a cambio de aquello que llevasen en los brazos, refiriéndose a los brazaletes. Viendo con desprecio la traición de la romana a su propio pueblo, aceptaron el trato, pero, en lugar de darle joyas, la mataron aplastándola con sus pesados escudos. La zona donde, según la leyenda, tuvo lugar tal asesinato, recibió el nombre de Roca Tarpeya, desde la que se arrojaba a los convictos de traición.

Cuando se iban a enfrentar en lo que parecía ser la batalla final, las sabinas se interpusieron entre ambos ejércitos combatientes para que dejasen de matarse porque, razonaron, si ganaban los romanos, perdían a sus padres y hermanos, y si ganaban los sabinos, perdían a sus maridos e hijos. Las sabinas lograron hacerlos entrar en razón y finalmente se celebró un banquete para festejar la reconciliación. El rey de Sabinia Tito Tácio y Rómulo formaron una diarquía en Roma hasta la muerte de Tito.

El libro "El ocho" hace referencia a esta pintura de forma tacita, donde explica la supuesta elaboración del cuadro por el artista retratando en ella a las dos protagonistas Mireille y Valentine.

jueves, 3 de junio de 2010

Europa

En la mitología griega, Europa era una mujer fenicia de Tiro que terminaría dando su nombre al continente europeo. Hay dos mitos diferentes sobre cómo llegó Europa al mundo griego: en la más familiar fue seducida por el dios Zeus transformado en toro, quien la llevó a Creta a lomos, pero en el otro cuenta Heródoto que fue secuestrada por los minoicos, quienes la llevaron igualmente a Creta. Europa no puede ser separada de la mitología del toro sagrado, que había sido adorado en el Levante. La etimología de su nombre se ha comparado con el epíteto γλαυκώπις glaukopis atribuido a Atenea.




















El rapto de Europa

Europa y el toro de Gustave Moreau (c. 1869).

Según la leyenda, Zeus estaba enamorado de Europa y decidió seducirla o violarla, siendo ambas versiones casi equivalentes en la mitología griega. Se transformó en un toro blanco y se mezcló con las manadas de su padre. Mientras Europa y su séquito recogían flores cerca de la playa, ella vio al toro y acarició sus costados y, viendo que era manso, terminó por subir a su lomo. Zeus aprovechó esa oportunidad y corrió al mar, nadando con ella a su espalda hasta la isla de Creta. Entonces reveló su auténtica identidad y Europa se convirtió en la primera reina de Creta. El acto amoroso tuvo lugar bajo un plátano, árbol que según la mitología debe el que sus hojas sean perennes a este acontecimiento.

Zeus le dio tres regalos: Talos, un autómata de bronce; Laelaps, un perro que nunca soltaba a su presa; y una jabalina que nunca erraba. Más tarde Zeus recreó la forma del toro blanco en las estrellas que actualmente se conocen como la constelación Tauro. Algunas leyendas cuentan que este mismo toro fue con el que se topó Heracles, y que finalmente engendró al Minotauro.



















jueves, 22 de abril de 2010

Los trabajos de Hércules

En sus trabajos, Heracles era a menudo acompañado por su amigo (un erómeno), según algunos Licimnio y según otros su sobrino Yolao. Aunque se suponía que sólo tenía que realizar diez trabajos, esta ayuda hizo que tuviera que sufrir dos más. Euristeo no tuvo en cuenta el trabajo de la Hidra (donde Yolao le ayudó) ni el de los establos de Augías (porque se le pagó a cambio o, según otras versiones, porque fueron los ríos quienes hicieron el trabajo), por lo que ordenó dos más, haciendo un total de doce.

El orden tradicional de los trabajos es:

Matar al león de Nemea y tomar su piel
Matar a la
hidra de Lerna
Capturar a la
cierva de Cerinia
Capturar al
jabalí de Erimanto
Limpiar los establos de
Augías en un día
Matar a los
pájaros del Estínfalo
Capturar al
toro de Creta
Robar las
yeguas de Diomedes
Robar el cinturón de
Hipólita
Robar el ganado de
Gerión
Robar las manzanas del jardín de las
Hespérides
Capturar en los infiernos a
Cerbero

miércoles, 24 de marzo de 2010

Europa

En la mitología griega, Europa era una mujer fenicia de Tiro que terminaría dando su nombre al continente europeo. Hay dos mitos diferentes sobre cómo llegó Europa al mundo griego: en la más familiar fue seducida por el dios Zeus transformado en toro, quien la llevó a Creta a lomos, pero en el otro cuenta Heródoto que fue secuestrada por los minoicos, quienes la llevaron igualmente a Creta. Europa no puede ser separada de la mitología del toro sagrado, que había sido adorado en el Levante. La etimología de su nombre (ευρυ- ‘ancho’ o ‘amplio’ + οπ- ‘ojo(s)’ o ‘cara’) se ha comparado con el epíteto γλαυκώπις glaukopis atribuido a Atenea.


Hera


Hera era la esposa y hermana mayor de Zeus. Su principal función era presidir como diosa de los nacimientos y el matrimonio. Su equivalente en la mitología romana era Juno. Hera, queriendo dar un buen ejemplo a los dioses y mortales, eligió la vaca como uno de sus emblemas, porque son los animales más maternales. No queriendo ser vista tan simple como la vaca, también eligió al pavo real y el león.


Hera era hija de Rea y Crono, y fue tragada al nacer por éste debido a una profecía sobre que uno de sus hijos le arrebataría el trono. Zeus se salvó gracias a un plan urdido por Rea y Gea: la primera envolvió una piedra en pañales y se la dio a Crono en su lugar. Mientras tanto, Zeus fue llevado a una cueva en Creta. Más tarde Rea dio a Crono un hierba que según le dijo le haría completamente invencible, pero en realidad le hizo regurgitar a los otros cinco olímpicos: Hestia, Deméter, Hera, Hades y Poseidón, así como la piedra. Cuando Zeus creció, desterró a Crono al Tártaro, la sima más profunda del inframundo, pues los Titanes eran inmortales y no podía matárseles.


Se representa a Hera majestuosa y solemne, a menudo en el trono y coronada con el polos (una alta corona cilíndrica usada por varias de las Grandes Diosas), pudiendo llevar en su mano la granada, símbolo de la fértil sangre y la muerte, y sustituto de la cápsula narcótica de la amapola.


El investigador Walter Burkert escribió en Religión griega: «Sin embargo, hay registros de una representación anterior sin iconos, como una columna en Argos y una tabla en Samos. Hera fue muy conocida por su naturaleza celosa y vengativa, principalmente contra las amantes y la descendencia de Zeus, pero también contra los mortales con los que se cruzaba, como Pelias. Paris, quien la ofendió al elegir a Afrodita como la diosa más bella, se ganó así su odio.

Dánae


En la mitología griega Dánae era una hija de Acrisio, rey de Argos, y Eurídice, hija de Lacedemón. Fue madre de Perseo con Zeus. A veces se le acreditaba la fundación de la ciudad de Ardea en el Lacio.


Decepcionado por carecer de herederos varones, Acrisio pidió un oráculo para saber si esto cambiaría. El oráculo le dijo que fuese al fin de la Tierra donde sería asesinado por el hijo de su hija. Para que esta no tuviese hijos, Acrisio la encerró en una torre de bronce o en una cueva. Pero Zeus la alcanzó transformado en ducha o lluvia de oro (aunque otras versiones afirman que en realidad se hizo pasar por un general del padre de la muchacha y sobornó al centinela que la guardaba para poder pasar) [cita requerida] y la dejó embarazada. Poco después nació su hijo Perseo.



Enfadado pero sin querer provocar la ira de los dioses matando al descendiente de Zeus, Acrisio arrojó a Dánae y Perseo al mar en un cofre de madera. El mar fue calmado por Poseidón a petición de Zeus y ambos sobrevivieron. Alcanzaron la costa de la isla de Serifos, donde fueron recogidos por Dictis, hermano del rey de la isla, Polidectes, quien crió a Perseo.
Más tarde, después de que Perseo matase a la
Medusa y rescatase a Andrómeda, la profecía del oráculo se hizo realidad.



Partió hacia Argos, pero como conocía la profecía marchó antes a
Larisa, donde se celebraban unos juegos atléticos. Acrisio estaba allí por casualidad, y Perseo le golpeó accidentalmente con su jabalina o su disco, cumpliendo la profecía. Demasiado avergonzado para regresar a Argos, dio entonces el reino a su sobrino Megapentes y conquistó el reino de Tirinto, fundando también Micenas y Midea allí.

Espartaco







lunes, 22 de marzo de 2010

lunes, 15 de marzo de 2010

El Minotauro

Asterión el Minotauro (del griego Μινόταυρος, Minótauros), era un monstruo con cuerpo de hombre y cabeza de toro. El mito tiene su versión más completa en la biblioteca mitológica de Apolodoro.Su nombre significa "Toro de Minos", y fue concebido de la unión entre Pasífae y un magnífico toro con motivo de una afrenta divina. Fue encerrado en un laberinto diseñado por el artífice Dédalo, hecho expresamente para retenerlo ubicado probablemente en la ciudad de Cnosos en la isla de Creta. Por muchos años, hombres y mujeres eran llevados al laberinto como sacrificio para ser el alimento de la bestia hasta que la vida de ésta terminó en manos del héroe Teseo.
Nacimiento del Minotauro


Existen varias versiones acerca de la afrenta que ocasionó que la esposa de Minos, Pasífae, tuviera la necesidad de unirse al toro de Creta. La versión más extendida dice que Minos, hijo de Zeus y de Europa, pidió a Poseidón apoyo para suceder al rey Asterión de Creta frente a sus hermanos Radamantis y Sarpedón y ser reconocido como tal por los cretenses. Poseidón lo escuchó e hizo salir de los mares un hermoso toro blanco, al cual Minos prometió sacrificar en su nombre.Sin embargo, al quedar Minos maravillado por las cualidades del hermoso toro blanco, lo ocultó entre su rebaño y sacrificó a otro toro en su lugar esperando que el dios del océano no se diera cuenta del cambio.



Al saber esto Poseidón, se llenó de ira, y para vengarse, inspiró en Pasífae un deseo tan insólito como incontenible por el hermoso toro que Minos guardó para sí. Otras historias cuentan que, o cada año Minos daba el mejor de sus toros en sacrificio a Poseidón, y que en cierto año hizo una excepción al impresionarse de las cualidades de su toro por lo que Poseidón igual se enfadó, o bien se narra que el toro blanco fue enviado por Afrodita para vengarse de Helios, padre de Pasífae, por descubrirla amante de Ares. Otra fuente afirma que fue Zeus quien regaló a su hijo Minos un bellísimo toro blanco para ser sacrificado en honor a Poseidón.



Minos, que no prestaba atención a su esposa, dejó que hiciera cuanto quisiese, y así, ella intentó seducir al toro de diversas formas, pero ninguna dio resultado. Finalmente pidió ayuda a Dédalo, el artífice refugiado más hábil de Creta -y de toda la mitología griega. Dédalo construyó entonces una vaca o ternera de madera, hueca, de forma que Pasífae pudiera esconderse en su interior.La reina regresó dentro del simulacro a donde el toro, y éste, convencido por la perfección del disfraz, correspondió su amor y Pasífae pudo consumar su poderosa y ciega pasión inspirada por el dios. El resultado de esta unión contra natura es Asterión, el Minotauro.
El laberinto de Creta y el tributo de Atenas

El castigo de Poseidón continuaba. El Minotauro sólo comía carne humana, y conforme crecía se volvía más salvaje. Cuando la criatura se hizo incontrolable, Minos ordenó a Dédalo construir una jaula gigantesca de la cual el Minotauro no pudiera escapar. Dédalo entonces construyó el laberinto, una estructura gigantesca compuesta por cantidades incontables de pasillos que iban en distintas direcciones, entrecruzándose entre ellos, de los cuales sólo uno conducía al centro de la estructura, donde el Minotauro fue abandonado.

A la par que el laberinto encerraba al Minotauro, uno de los hijos de Minos, Androgeo, fue asesinado en Atenas después de una competición olímpica donde quedó campeón. El rey de Creta declaró la guerra a los atenienses y a su rey, Egeo. Minos atacó el territorio ateniense y, ayudado por la peste que azotó a los asediados, conquistó Megara e hizo rendir a Atenas. La victoria de Minos imponía varias condiciones por la rendición, y se dice que el oráculo de Delfos fue quien aconsejó a los atenienses a ofrecer un tributo a Creta. Así, una de las condiciones emergentes era entregar a siete jóvenes y siete doncellas como sacrificio para el Minotauro.

Existen dos versiones conocidas acerca de la frecuencia de este tributo. Según una historia, las catorce vírgenes eran enviadas anualmente; en cambio, otra versión dice que los siete muchachos y siete doncellas eran llevados cada nueve años. Los catorce jóvenes eran internados en el laberinto, donde vagaban perdidos durante días hasta encontrarse con la bestia, sirviéndole de alimento.


La llegada de Teseo a Creta

Teseo luchando con el Minotauro.

Escultura contemporánea que representa a un irreconocible Minotauro vencido tras su lucha contra Teseo situada en Jerez.



Años después de impuesto el castigo a los atenienses, Teseo, hijo de Egeo, se dispuso a matar al Minotauro y así liberar a su patria de Minos y su condena. Se cuentan dos cosas acerca de cómo llegó Teseo a introducirse en el laberinto de Creta. Unos dicen que después de ayudar a Egeo contra los Palántidas, Teseo se enteró del sacrificio de los jóvenes y decidió él mismo ser parte de la ofrenda para enfrentarse a la bestia. Otra narración dice que era el propio Minos quien elegía a los jóvenes que servirían de alimento al Minotauro, y, enterado del aprecio que sentía Egeo por Teseo, quiso que él fuera comido en el laberinto. Era la tercera vez que catorce jóvenes atenienses iban a ser sacrificados en favor de la bestia antropófaga cuando Teseo llegó a Creta, 27 años después de iniciado el terror del Minotauro.

Al llegar a Creta, los jóvenes fueron presentados a Minos. Teseo conoció entonces a Ariadna, hija del rey, quien se enamoró de él. La princesa rogó a Teseo que se abstuviera de luchar con el Minotauro, pues eso le llevaría a una muerte segura, pero Teseo la convenció de que él podía vencerlo. Ariadna, viendo la valentía del joven, se dispuso a ayudarlo, e ideó un plan que ayudara a Teseo a encontrar la salida del laberinto en caso de que derrotara a la bestia.

miércoles, 24 de febrero de 2010



Andromeda













Perseo








Danae
Perseo era hijo del gran Zeus y Dánae,la hija de Acrisio, rey de Argos. Éste último, quería tener un hijo varón, pero sólo había tenido a Dánae. Para saber si podría tener hijos varones, consultó al oraculo y éste le contestó: -Tú no tendrás hijos varones, pero tu hija Dánae tendrá un niño que te matará. Para impedir ésta profecía Acrisio encerró a su hija dentro de una torre de piedra con las puertas de bronce y guardada por unos fieros perros para que nadie pudiera entrar. Pero el dios Zeus, la vio un día asomada a las almenas y se enamoró de ella, entonces burlando todas las precauciones que había tomado Acrisio, entró en la cámara donde estaba Dánae bajo la forma de lluvia de oro, transportada por una grieta de luz sin que nadie lo viera envolviendo todo el cuerpo de la hermosa muchacha fecundándola.



De la unión nació un niño al que le pusieron el nombre de PERSEO.


Acrisio no quiso matar a su nieto, así que encerró a Dánae y a Perseo en un arca de madera y los echó al mar.


Sin embargo, el monarca no había tenido en cuenta el hecho de que ese niño era el hijo de Zeus y por lo tanto el arca fue protegida de las tempestades y conducida a la isla de Serifo, en cuya costa los encontró un pescador llamado Dictis, que les llevó ante su hermano, el rey Polidectes, quien les acogió en su casa adoptando al pequeño como hijo.


Pero su padre adoptivo se había enamorado de Dánae, y sabiendo que el rey no era correspondido por su madre, en cuanto se convirtió en mancebo, para defenderla, se comprometió con Polidectes a entregarle la cabeza de la górgona Medusa si escogía a otra mujer como esposa, aceptando el rey de inmediato, pues era una hazaña casi imposible de lograr.


Medusa había sido una bellísima mujer a la que la diosa Atenea había castigado convirtiéndola en una górgona, monstruo horrible, tenía la cabeza plagada de escamas y en lugar de pelos había serpientes, en sus fauces abundaban enormes colmillos de jabalí y sus manos eran de hierro. Por último se diría que en sus espaldas le colgaban dos enormes alas doradas, pero además de ser espantosa, tenía el poder de convertir en piedra a todo aquel que la mirase de frente directo a los ojos.


Zeus ordenó a los dioses que ayudaran a su hijo Perseo a cumplir su reto. Atenea, siendo enemiga de Medusa de cuyo aspecto, recordamos, que había sido ella la responsable, acompañó a Perseo a la ciudad de Dicterión de Samos, donde se exhiben tres imágenes de las górgonas para que pudiera distinguir a la Medusa sin ningún tipo de problema, regalándole a continuación un escudo tan pulido que reflejaba las imágenes como un espejo para que pudiera ver a Medusa sin convertirse en piedra. El dios Hermes también cooperó regalándole una hoz muy afilada para que pudiera cortar la cabeza a Medusa.


Pero Perseo necesitaba algunas cosas más que guardaban las náyades de la laguna Estigia, unas sandalias con alas para poder volar, un zurrón mágico para guardar la cabeza de Medusa y el casco del dios Hades que hacía invisible a quien lo llevara.


Para eso antes se dirigió al reino de Forcis, padre de una gran cantidad de monstruos que vivían con él. Allí primero se encontró a las tres grayas que eran tres viejas hermanas siniestras que poseían un aspecto horrible: sólo tenían un único ojo y un solo diente para las tres. Las hermanas eran las que le podían indicar el camino hacia la laguna Estigia, y para conseguir la información Perseo les robó el ojo consiguiendo la furia de las ancianas por haberlas dejado ciegas. Entonces les prometió que se lo devolvería con la condición de que le indicaran el camino hacia las ninfas.
Ya en la morada de las ninfas, esperó a que estuvieran dormidas y robó los tres elementos que le iban a ser de gran utilidad, las sandalias, el zurrón y el casco.


Voló con todo ello al país de los Hiperbóreos, donde estaban las górgonas dromidas entre los restos de los hombres que se habían quedado petrificados por mirarlas, y lo primero que hizo fue buscar a Medusa, cuidando de no despertarlas. Una vez reconocida, una de las serpientes de la melena se sobresaltó despertándola, sin embargo, para antes de que pudiera darse cuenta de su presencia, se colocó el casco que la daba la invisibilidad, de manera que al no ver nada fuera de lo común, retornó a su sueño.



Una vez que se halló dormida, Perseo la decapitó con la hoz de Hermes, ocurriendo algo sorprendente, del cuerpo de la górgona nacieron el famoso caballo alado Pegaso y el guerrero Crisaor, como hijos de Poseidón.



En el camino de regreso, Perseo se encontró con el titán Atlas, condenado a cargar con el peso de los cielos en sus hombros. Al verlo, el titán recordó que este héroe era el destinado a acabar con Medusa, y le pidió ayuda para acabar con su insoportable sufrimiento, rogándole que le permitiera ver la cabeza del monstruo. Perseo se apiadó y le mostró la cabeza de Medusa. Al instante, Atlas quedó convertido en la montaña que lleva su nombre

Partió otra vez para continuar su camino de regreso pero mientras sobrevolaba por Etiopía pudo ver una muchacha de extremada belleza que lloraba encadenada a una roca. Cuando se le acercó, ella le confesó que se llamaba Andrómeda, hija de Cefeo, rey de Etiopía y de Cassiopea.



El sufrimiento de Andrómeda tenía como origen un descuido verbal de su madre. Tras haber considerado que ella y su hija eran más bellas que cualquiera de las ninfas del mar, despertó la ira de las deidades del océano, quejándose inmediatamente a su guardián, Poseidón, quien respondió provocando tempestades y tormentas y creando a Cetus, un monstruo que devoraba a quien encontrase en su camino. Para acabar con esta situación, el rey consultó al oraculo y éste le respondió que debía ofrecer a la bestia a su única hija Andrómeda. Seguidamente, Cefeo hizo encadenar desnuda a su hija a una roca al borde del mar, como ofrenda al monstruo.


Contando la historia a Perseo, de entre las aguas apareció un enorme monstruo que avanzaba con paso decidido hacia la costa, más precisamente hacia Andromeda. Entonces, Perseo haciendo uso de sus sandalias voladoras (según ciertos relatos, cabalgando sobre el caballo alado Pegaso), se alzó muy alto entre las nubes y lanzándose directamente sobre la bestia, sacó la cabeza de la górgona Medusa haciendo que la bestia quedara confundida al ver su sombra sobre el mar, antes de decapitarla con un golpe de hoz.





Así, una vez que el cuerpo inerte del espantoso ser se hundía, Perseo liberó a la muchacha y la llevó con sus padres quienes consideraron que él sería un buen esposo para su hija. Se celebró la boda y todo parecía haber entrado en un estado de calma y normalidad. Pero no ocurrió así, dado que a los pocos días del casamiento, apareció en el palacio Pireo, tío y antiguo pretendiente de Andrómeda, reclamando a la mujer. Pero el rey, su hermano, le respondió que ya la había entregado a un hombre más valiente que él, que no había permitido que terminase en las garras del monstruo marino. Pireo, sin entrar en razones, comenzó junto a sus soldados una lucha contra Perseo y los guardianes reales. Dado que los enemigos eran más, el héroe para lograr la victoria gritó a sus soldados que cerraran los ojos, y en ese momento mostró a todos la cabeza de Medusa a los adversarios convirtiéndolos en piedras. Fué de esta manera como por fin, una vez que el último de los hombres de Pireo estuvo petrificado, alcanzaron la tranquilidad que tanto anhelaban.
Perseo se apresuró a volver a Serifos donde se encontraba su madre, pero Polydectes no había cumplido su palabra de no perseguir a Dánae, teniéndo ésta que huir a un templo. Lleno de ira, fue a buscar a su enemigo el cual estaba ofreciendo un banquete, y una vez delante de él, sacó la cabeza de la górgona del zurrón, convirtió a Polydectes y a sus seguidores en un círculo de pedruscos.
Luego le regaló la cabeza de Medusa a Atenea (que desde entonces la luce en su escudo) y le pidió a Hermes que devolviera el casco, el zurrón y las sandalias a las náyades de la laguna Estigia.
Perseo y Andrómeda se fueron a Argos a conocer a Acrisio, abuelo de Perseo. Cuando Acrisio se enteró de que su nieto estaba a punto de regresar y huyó de Argos dirigiéndose a Larisa, en Tesalia para evitar la profecía.


Perseo no pudo conocer a su abuelo. Pero un día fue invitado a tomar parte en unos juegos fúnebres organizados por el rey Teutámides de Larisa, ocasión a la cual también asistió su abuelo Acrisio que estaba entre los espectadores sin saber que su nieto era uno de los competidores. Cuando llegó el turno del lanzamiento de disco, un golpe de viento enviado por los dioses desvió el disco de Perseo con tan mala fortuna que golpeó la cabeza a su abuelo, lo cual le causó la muerte, cumpliéndose así la predicción del oraculo.
Según la leyenda Perseo fue a Asia, donde su hijo Perses gobernó a los Persas, cuyo nombre proviene de él.


Perseo y Andrómeda vivieron muchos años. Y cuando murieron el dios Zeus los convirtió en las constelaciones que llevan sus nombres.